Estés con quien estés estas fiestas, se brinda con tu vino favorito.
La Navidad cambia cada año: a veces es una mesa llena, otras es algo mucho más tranquilo. Pero hay algo que siempre apetece en estas fechas: disfrutar bien de lo que te gusta.
Y si te gusta el vino, sabes que la temperatura importa más de lo que parece. Una botella demasiado fría pierde aroma; una demasiado caliente, carácter.
Por eso una vinoteca no es un lujo, es una forma sencilla de asegurarte que cada vino sabe como debe.
¿Y después de las fiestas?
Una vinoteca no vive solo en Navidad.
También está para esos días que acaban tarde, para una copa en calma, para ese “me doy un momento para mí”.
Funciona igual de bien cuando la casa está llena que cuando solo estás tú.
Por qué tener una vinoteca en casa (especialmente en diciembre)
1. El vino siempre listo
Sin improvisar. Sin usar el congelador de emergencia.
La vinoteca mantiene cada botella a su temperatura ideal, preparada para servir.
2. Estabilidad incluso con la calefacción encendida
En invierno, la temperatura de la vivienda cambia mucho.
La vinoteca mantiene un clima constante para que tus vinos no sufran esos altibajos.
3. Dos zonas, si disfrutas vinos distintos
Cada vino tiene su rango ideal:
- Tintos: 14–16 °C
- Blancos: 7–10 °C
- Espumosos: 6–8 °C
Con doble zona, no hace falta elegir.
4. Suma calidez al ambiente
Además de conservar, la vinoteca aporta presencia.
Una vinoteca integrada crea sensación de acogida sin ocupar más de lo necesario. Un detalle que hace el espacio más agradable.
En resumen
La Navidad se vive de muchas maneras, pero el vino debería disfrutarse siempre igual: en su punto.
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